El trabajo y el doble rol productivo de las mujeres en el campo
Olga: En el campo para nosotras no hay diferencia en las tareas del hombre y de las mujeres. Estamos haciendo el mismo trabajo a la vez. Yo hablo de la cuestión de los animales: a mí y a muchas mujeres del campo nos pasa eso de tener que estar pendiente de los animales y si los hombres salen vos seguís con la misma tarea. Nosotras dejamos la casa cuando venimos a la cosecha, nos traemos los niños. Hay que mudarse como si no volvieras más a la casa en el sentido que donde vas no te dan nada, solo te dan a veces la casita, algo para parar, pero el resto lo tenés que traer todo vos. Dos meses ya llevamos nosotras acá en la cosecha [dela vid] y no nos queda otra, hay que trabajar para poder llevar una moneda, comida a la casa porque allá no hay mucho de qué generar dinero.
Las tareas de cuidado. Convertir lo personal en colectivo
Mariana: Somos las mujeres las que cuidamos los niños para que otras mujeres puedan ir a trabajar. Nosotras lo venimos trabajando dentro de la organización para que los varones también nos ayuden en las tareas de cuidado y que sea más colectivo, pero cuesta un montón. Y esas tareas no se reconocen ni económica ni simbólicamente.
Olga: Esto que nombra Mariana es una de las cosas que me más me costó asumir, porque yo misma no reconocía los trabajos que tenía que hacer todos los días. A mí esto de la pandemia me mató. Antes yo me quedaba porque sentía que no podía salir a explicar, a sentir, a hacer saber lo que yo sentía o lo que quería hacer. Hasta que tomé la decisión: llega un momento que necesitas salir, que te escuchen, compartir con otras chicas y ahí recién empecé a tomar conciencia, pero la pucha tenemos que ser ¡transformarnos en una mujer!, sentirnos dueñas de nuestro cuerpo, de saber, de conocerlo… ahora hay que empezar a ser otra persona.
Verónica: Siempre emociona un poco pensar en el camino que venimos haciendo las mujeres, ¿no? Esto de poder transformar cosas que una sintió que eran “cosas personales”, cuestiones que tenía que arreglar una sola o cosas que la angustiaban desde un lugar muy individual, en problemas colectivos. El encontrarnos, el poder hablar y reconocer que nos merecemos otras cosas, que no está mal cuestionar algunos roles que nos dieron siempre. Porque todas esas cosas siempre han sido vividas desde un lugar de mucha culpa, y estar organizadas a todas nos ha transformado.
“La marca y la señal”: la propiedad de la tierra y los animales
Belén: La propiedad de la tierra es una cuestión muy compleja, no es un problema reciente, hace generaciones que viene pasando que siempre la tierra es ajena; el que siempre vivió en el campo y no tuvo la posibilidad siquiera de estudiar ni hacer una escuela primaria, nunca fue reconocido como dueño, aunque lleve generaciones viviendo ahí.
Y a esto se le suma que, si hay alguien que tiene título de propiedad, generalmente es varón de la familia. Con la propiedad de los animales pasa lo mismo, siempre están a nombre de los varones. Yo conozco muy pocas mujeres que tengan su marca y su señal. Pero siempre, más allá de que este a su nombre, en la familia quien vende, quien cobra, quien gasta o malgasta siempre son los hombres, y las mujeres tienen que estar de la puerta para adentro sin poder tomar decisiones sobre sus animales. Es una cuestión muy fuerte de cultura, que es muy de cambiar en la familia, aunque quizás algunas hayan logrado algo, pero no es la mayoría. Cuando una mujer se casa los padres le entregan los animales al marido, no a ella. Los animales de la majada del padre se los entregan al marido. Entonces muchas veces ahí es donde se pierden derechos.
Mariana: Desde el Estado las políticas públicas reproducen esas violencias porque, por ejemplo, si tenés un número pequeño de animales, no los podés inscribir a tu nombre. Y si las mujeres empezamos a transformar esto, empezamos justamente con un número pequeño, ¿no? También, la no posibilidad del co-registro que es una de las demandas que siempre planteamos nosotras en los registros productivos.
Estrategias para producir y comercializar desde una perspectiva feminista
Verónica: En los espacios de mujeres valoramos mucho el hacer más allá del volumen de la producción. Nosotras decimos:
“-Olga, ¿cuánto tenés?
-Tengo 15 patay
-Bueno, entonces vendamos los patay” (que es un producto que se hace con algarroba acá en la zona).
No importa si no tengo 150 patay (que sería un volumen para comercializar en los mercados). Esto es una decisión política. Nosotras venimos dando un debate ahora donde poder pensar espacios de comercialización a pequeña y a gran escala y poniendo el eje en la autonomía económica de todas nosotras. Tratamos de hacer una comercialización que no requiera de tener una hectárea de tomates, porque capaz que tengo dos surcos…que sea lo más feminista posible.
Saberes ancestrales y autogestión como ejes de la autonomía económica
Belén: Una de las cosas buenas que nos pasaron en pandemia fue la idea de poner un local, que salió en asamblea. Las artesanías son una pata bastante importante y no es lo mismo ir a comprar artesanías a un lugar donde se venden todas cosas industrializadas que comprar en un local donde viene directo del productor y que también se pueda contar como se elabora eso. Y un tejido al telar o un tejido al junquillo tienen mucho trabajo y hay un conocimiento ancestral muy importante detrás de cada trabajo. Y lo que ha pasado con el local es que los y las compañeras se han inspirado en volver a hacerlo.
Ante el avance del monocultivo y el agronegocio, organización desde abajo
Flopi: Ya llevamos años de sequía en las lagunas, estamos en una zona de secanos, antes sabia producir un montón, pero con el tema del agua se perdió todo eso. Hace un tiempo empezamos a organizarnos y luchar por la falta de agua en el campo. Producimos en huertas solo para nuestro consumo, y eso se riega con pozos calzados que logramos hacer con la UST y una cisterna que es la que nos mantiene el agua para nuestro consumo. Por suerte hace pocos años se puso la red de agua por ahí, pero la largan un día por semana entonces tenés que tratar de reservar las aguas para que te siga durando. Y las cisternas se comparten entre varias familias.
Olga: Hace años atrás cuando empezamos con el tema del pastoreo de los animales, desde el municipio nos dieron unos créditos para el forraje de los animales. Pero no fue suficiente porque con muy poquito crédito no alcanzábamos a cubrir el resto de los animales entonces no había posibilidad de mantener a todos. Después, logramos hacer a través de la organización un proyecto para poder comprar, sí, bastante forraje a los animales y poder sostener los poquitos que nos han quedado. Pero sí, nosotros nos habíamos metido en un crédito, pero la producción no daba para devolver. Además para cuando nos dieron esos créditos ya era demasiado tarde porque los animales se nos habían ido y la producción con los que nos quedaban no daba para devolver.
La lucha es por políticas públicas con perspectiva feminista y territorial
Verónica: Hay un montón de cosas relacionadas con género y violencias que están en la agenda pública y política, pero eso no se está traduciendo en políticas concretas en los territorios. Acá en Mendoza, y en otras provincias, no hay adonde recurrir. O sea las Direcciones de Género, donde existen, no tienen herramientas, no tienen recursos, no hay profesionales o atienden de 8 a 13. Ahora se suma que muchas veces nos dicen que no hay turnos, porque estamos en pandemia.
Y otra cosa que venimos planteando muy fuerte con las promotoras de género es que nos dicen que quieren trabajar con las organizaciones territoriales, pero después no se nos convoca a la hora de pensar la estrategia para implementar una política en el territorio. Nosotras hace 4 o 5 años que nos venimos formando. Si quieren armar algo en el Secano (en Lavalle supongamos o en el Valle de Uco) hay compañeras que pueden aportar, pero no nos convocan. Lo que necesitamos es que el Ministerio de la Mujer nos reconozca y diga bueno acá están las promotoras de esta zona y trabajar con las Direcciones de genero de las provincias y se nos reconozca económicamente esa tarea.
Mariana: Con las políticas públicas lo que pasa es que se piensan desde una mirada homogénea para toda la Argentina, y es muy diferente la realidad en lo rural. La justicia es totalmente inaccesible. Está en algunas cabeceras de departamento con muchísima dificultad: horarios, muchísimos prejuicios, después de hacer la denuncia tenés que ir a la capital de Mendoza. Bueno, ni hablar estas otras formas de violencia económica estructurales que hablamos. El Ministerio de economía no está planteando estas carencias económicas que son centrales. El de Producción mucho menos. Ni hablar del tema de la propiedad privada de la tierra, falta muchísimo en ese sentido.
Acá en Mendoza es muy fuerte el tema del agua. No se puede producir si no tenés el acceso al agua unido a la tierra y justamente la política hacia el sector ha sido de expropiación del agua. Se ha fortalecido hace muchos años el modelo productivo del monocultivo de la vid y es lo que hizo que se expropiara el agua de la zona de Lagunas del Rosario atravesada por los ríos San Juan y Mendoza. Y tanto en San Juan como en Mendoza se priorizo un modelo productivo que se sigue expandiendo de monocultivo de la vid, y también se siguen expandiendo la minería a gran escala; promover este modelo productivo implica el saqueo del agua, sacársela a la agricultura familiar campesina indígena. Peleamos muy fuerte por políticas públicas relacionadas con el agua para frenar las empresas mineras, pero se sigue priorizando ese modelo extractivista.