Bitácora de trabajo Tatagua Colectiva Feminista

La convivencia incrementó las violencias pero también las estrategias de supervivencia.

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Tatagua es una colectiva feminista de la zona sur del Conurbano bonaerense que entre otras acciones, realiza escucha y acompañamiento a mujeres y disidencias en situación de violencia de género. Desde esta experiencia territorial nos comparten cuales son los desafíos en la actual coyuntura atravesando una pandemia que profundizó y puso aún más en evidencia las desigualdades estructurales que cimientan el modelo capitalista. Hacen un recorrido que relaciona las violencias de diverso tipo: económica, laboral, patrimonial, física y simbólica. Y sostienen la necesidad de poner en el centro la vida, construir una economía feminista que ponga en valor las horas de cuidados no remunerados y generar redes de contención y acompañamiento colectivo.

El modelo capitalista cisheteropatriarcal colonial que domina los territorios que habitamos en Abya Ayala (Latinoamérica) quedó totalmente al descubierto durante la pandemia de COVID19, que a escala mundial transformó nuestra vida cotidiana, y lo continúa haciendo. En los comienzos de la pandemia, signada por los aislamientos expandidos por el mundo, las muertes por el virus y la consecuente implosión de los sistemas de salud hegemónicamente dominados por la mercantilización de la misma, se imponía un clima de crisis estructural del modelo de acumulación, y su consecuente depredación de territorios y vidas, que habilitó el debate sobre posibles alternativas. Nuestro país no estuvo ajeno a esa tendencia, y propuestas olvidadas en cajones del poder empezaron a retomar cierto impulso, especialmente las vinculadas a la cada vez mayor desigualdad y profundización de la concentración de las riquezas y el poder en pocas manos. Así, tanto el ingreso básico universal ciudadano, la necesaria diferenciación de las posibilidades de crecimiento y desarrollo para los países dependientes respecto de los centrales dominantes, como el aporte de las grandes fortunas al bien común, poco a poco fueron desapareciendo de escena particularmente en Argentina.

 

 

Precarización del trabajo y la existencia

 

La desigualdad social, de clase y de género ya instalada previo a la pandemia en Argentina, con la expansión del virus, resultaron en un incremento de los niveles de pobreza a más de la mitad de la población; y de esa totalidad la inmensa mayoría mujeres, lesbianas, trans, travestis y no binaries vieron mermados sus ingresos, a la vez que incrementaron las horas de trabajo no remunerado como el doméstico y de cuidados. El contexto de pandemia reforzó los roles estáticos de una estructura patriarcal, en donde los cuerpos feminizados son los encargados de sostener la vida, la alimentación y el cuidado de viejes y niñes, sin ser reconocides en su rol como esenciales. Por otro lado, la alianza discursiva estatal entre modelo médico hegemónico y las fuerzas de seguridad, vuelve a poner en el centro las mismas respuestas históricas a una situación de crisis: una sanitarista y de control disciplinario, que intenta ubicar la conducta individual de los cuidados como la responsable de los resultados de una pandemia mundial.

 

 

Construyendo comunes: espacios productivos y de cuidado con perspectiva feminista

 

Las tareas reproductivas y de cuidados quedan a cargo de las mujeres y disidencias en su mayoría, y siempre se han generado estrategias diversas colectivas de acompañamiento para llevarlas adelante. Algunas veces al interior del mismo núcleo habitacional compartido por mujeres cabeza de familia y en otras impulsadas desde organizaciones y movimientos sociales. Desde Tatagua entendemos que para seguir aportando a tumbar el patriarcado las respuestas colectivas son las que tienen la posibilidad de perdurar en el tiempo. En ese camino ensayamos como podemos garantizar los cuidados tanto de les hijes de las mujeres y disidencias, cuanto de quienes llevamos adelante la tarea de escucha y acompañamiento de las violencias perpetradas por el machismo. Valga como ejemplo que, al momento de lanzar la feria popular feminista de manera presencial, se estableció la necesidad de contar con compañeres que pudieran tomar esa tarea de cuidados, lo mismo que hemos realizado frente a cada encuentro de formación o atención presencial fuera de la pandemia. Si no se toma la tarea de cuidados y reproductiva como colectiva no podremos construirnos libres y desendeudadas.

 

 

Frente a la justicia patriarcal, la estrategia es fortalecer las redes

 

Las restricciones en la movilidad significaron una limitación al trabajo remunerado para mujeres y disidencias. Eso sumó una arbitrariedad de los mecanismos de adaptación de las denuncias en los casos que fue necesario. En este sentido, se observó que cada instancia de seguridad tomó decisiones individuales. Las trabas burocráticas que implican para una denunciante recorrer diferentes ventanillas en espacios físicos distantes entre sí, se vieron achicadas positivamente por un acceso mucho más ágil a la solicitud de medidas de protección hacia elles o sus hijes, un indicador de que claramente esa maraña burocrática y revictimizante que siempre denunciamos se puede superar. Sin embargo, no todo fue color de rosa y con el tiempo las trabas comenzaron nuevamente, como muestra de la estructura patriarcal judicial que es urgente se modifique radicalmente.

Las mujeres y disidencias tampoco contaron con recursos desde el Estado o medidas ágiles que pudieran colaborar en la salida de los domicilios de los perpetradores de violencia. La convivencia incrementó las violencias pero también las estrategias de supervivencia de mujeres y disidencias fortalecidas con redes de vecinas, amigas, organizaciones y dispositivos independientes de gobiernos y estados.

 

 

En cruce: diferentes formas de violencia

 

Las violencias de diversos tipos y modalidades hacia mujeres, lesbianas, travestis, trans, no binaries y niñeces se incrementaron. Basta la estadística de los primeros 3 meses del 2021 en el que se registraron más de 60 femicidios y transfemicidios, para ilustrar esta situación. Sin dejar de lado la desaparición de Tehuel, varón trans habitante de la localidad de San Vicente, en nuestro conurbano sur de Buenos Aires. Al 18 de abril aún no se lo encontró y el Estado y gobiernos no dan respuestas aunque todo indica que la motivación fue de odio por su género autopercibido.

En los 2 años y medio que tenemos como colectiva feminista hemos detectado que les destinataries de las violencias machistas en la mayoría de los casos encuentran una imposibilidad de salir de esa situación debido a cuestiones económicas: bajos ingresos y precarios respecto a sus parejas, niñes a cargo, desocupación e imposibilidad de acceder a una vivienda por no poder abonar un alquiler. En este sentido, la dificultad para acceder a una vivienda e ingresos dignos son un nudo central y obstáculos complejos en la construcción de la autonomía de mujeres, lesbianas, travestis, trans y no binaries.

 

 

Tierra para vivir, Feminismos para habitar

 

Nuestro territorio conurbano ha desarrollado durante el año 2020 diferentes recuperaciones de tierras para luchar por un lugar donde vivir. La más paradigmática fue la de la localidad de Guernica, Partido de Presidente Perón, Buenos Aires. Allí la inmensa mayoría eran mujeres y disidencias, muches con hijes, monoparentales y todas cargando violencias de diverso tipo, en donde la económica y patrimonial allí tuvo una relevancia fundamental. Como colectiva junto con organizaciones feministas, consejerías, movimientos sociales del territorio impulsamos una declaración y asambleas feministas que con la consigna Tierra para vivir, Feminismos para habitar, pretendimos abrazar la lucha, alzar esa voz de reclamo: la necesidad de construir una vida digna.

 

 

Construyendo redes para la autonomía económica

 

Sin embargo, las estrategias de supervivencia emergieron en todo el territorio. Los intentos de búsqueda de ingresos fortalecieron redes de compra-venta de productos diversos y potenciaron los intercambios en algunos casos a modo de trueque.

Como Tatagua entendimos necesario fortalecer y construir una economía feminista que pudiera poner en valor las horas de cuidados no remunerados, pusiera en el centro la vida generando lazos de apoyo mutuo y redes de contención y acompañamiento colectivo. Lanzamos un grupo de facebook “Feria Popular Feminista” para potenciar las economías locales mediante el intercambio, que actualmente tiene más de 6000 participantes. Realizamos una formación específica en economía feminista de 3 encuentros que sintetizan lo que de manera colectiva aspiramos a seguir construyendo. De la sistematización de esos encuentros, de los saberes construidos en el intercambio de productorxs, emergieron una lluvia de ideas fuerza que conforman el horizonte que seguimos empeñadas será feminista o no será.

 

 

Las deudas de un Estado que sostiene la precarización laboral y de la vida

 

El Estado debe garantizar ingresos monetarios mínimos no sólo para los hijos e hijas de las mujeres sino para todos y todas quienes habitamos este suelo. Pero específicamente para las mujeres y disidencias víctimas de violencias físicas y económicas.

A la violencia física, a las violencias que significan para mujeres y disidencias riesgo de vida, se debe responder con espacios que para nada pueden ser carcelarios como son hasta ahora los hogares y refugios. No existen allí equipos especializados ni dispositivos capaces de contener efectivamente a esas mujeres y mucho menos aportar en el proceso de reparación de las violencias sufridas. Creemos que es tiempo de problematizar un poco más si efectivamente tiene que intervenir en estas situaciones el ámbito de la Seguridad, o más bien los ministerios de Mujeres, Géneros y Diversidades (y sus correlatos provinciales o municipales) pero con equipos de profesionales y compañeres efectivamente capacitadas para la escucha, el acompañamiento con herramientas que apunten en ese camino.

Es momento de problematizar también hasta cuándo les promotores de salud de las organizaciones sociales o de diferentes programas ministeriales tendrán que seguir poniendo el cuerpo si luego no hay recursos materiales concretos para las personas víctimas de violencias machistas. ¿Hasta cuándo se seguirá cargando los cuerpos de miles de mujeres y disidencias que toman esta tarea en los territorios y lo hacen con absoluta precarización laboral y de la vida?

No alcanza con asignar escasos recursos económicos, que en muchísimos de los casos exigen a las mujeres y disidencias realizar una denuncia que no siempre, casi nunca, están en condiciones de efectivizar. Es necesario, primero, la efectiva implementación de políticas públicas que dejen de aparecer como dádivas estatales y sí como derechos concretos.

 

Entrevista: Laura Pinnola

Fotos: Tatagua Colectiva Feminista

Edición: Florencia Puente – Fundación Rosa Luxemburgo